Las conversaciones por la paz volvieron a quedar truncas: ambas partes expresaron su disconformidad.
Donald Trump estableció nuevos requisitos para poder entablar una charla con Vladimir Putin sobre el conflicto con Ucrania. El presidente norteamericano lanzó un ultimátum: “No voy a perder mi tiempo.”
El principal condicionamiento es que el mandatario ruso presente una intención real de frenar la guerra contra Zelensky, con el objetivo de evitar reuniones bilaterales como las que se observaron a comienzos de año.
Desde Moscú, en respuesta, cancelaron la reunión prevista para esta semana y aseguraron que no avanzarán hasta que “se los trate con respeto.” La posibilidad de la paz vuelve a alejarse.
Ucrania y sus aliados más cercanos de la OTAN planean aplicar nuevas sanciones económicas para forzar una reunión que ponga fin definitivamente al conflicto y obligue a todos los mandatarios a definir su postura.
A su vez, la posible llegada de misiles Tomahawk al país europeo también representa una amenaza real de Estados Unidos contra el frente ruso. “Si este tipo de armas son utilizadas para atacar territorio ruso, nuestra respuesta será contundente,” fue la tajante advertencia de Vladimir Putin ante una eventual intromisión militar.
En definitiva, las definiciones de paz de ambas partes resultaron insatisfactorias, y este conflicto, que ya se extendió por más de dos mandatos presidenciales, continúa siendo un punto pendiente en la agenda geopolítica global.
